Nadie puede dudar que esta crisis se ha convertido en un acontecimiento global, que nos ha tomado por sorpresa en muchas sociedades, organizaciones, a nivel familiar y personal. Últimamente se venía hablando con mucho énfasis acerca de la necesidad de reinventarnos y adaptarnos siempre al cambio. Ya estamos viendo que en realidad no es tan sencillo y requiere mucho más que simples conceptos académicos.

Sin embargo, también hay otra forma distinta de mirar a través de esta dura experiencia que para la gran mayoría ha significado el COVID 19. Y esto es, lo fascinante que está siendo vivir muchas experiencias que hasta hace 2 meses parecían escenarios de ciencia ficción o que al menos tardarían aún muchos años por llegar a nuestra realidad.

Es como si súbitamente nos hubiéramos introducido en la máquina del tiempo, así como sucede en las películas y hubiéramos viajado hacia el futuro para descubrir cómo era esa “normalidad” para la humanidad. Pues es exactamente lo que hemos hecho casi sin haberlo notado.

De repente estamos sentados frente a nuestra computadora, teniendo una cita médica con un especialista que nos hace preguntas, nos explica y nos entrega una receta según los síntomas que le hemos manifestado. O también hemos celebrado una reunión con amigos, a través de las múltiples aplicaciones que existen en este momento y que nos permiten sumergirnos en ese mundo virtual, en busca del contacto humano.

Hacemos ejercicios, parados frente a una laptop o tablet, en compañía virtual con un grupo de personas que a lo mejor no conocemos y un instructor que nos da indicaciones vía remota. Si en el mes de febrero alguien nos hubiera anticipado que eso iba a suceder, casi todos probablemente le hubiéramos dicho que estaba loco y quizás los más entusiastas le respondíamos que sí, pero en unos 5 años más.

De repente también, algún espacio de nuestro hogar, se convirtió en nuestro sitio de trabajo y poco a poco lo hemos ido asimilando. Y a estas alturas nos parece casi vergonzoso, que hasta hace muy pocas semanas previas a la cuarentena, hayamos manifestado con total seguridad, que “nuestra sociedad aún está muy lejos para migrar hacia un modelo de trabajo remoto, porque tenemos una cultura muy tradicionalista y además el contacto humano es irreemplazable”. 

Todas estas nuevas experiencias nos deben hacer reflexionar en algunas cosas: ¿cómo nos estamos adaptando? ¿Cómo estamos haciendo conciencia que lo que vendrá después, ya no será nunca más igual a lo que fue antes? ¿Qué nuevas habilidades necesitamos desarrollar? ¿Cómo estamos enfrentando nuestros temores y desafiando nuestros límites? ¿Qué cambios debo realizar en mis funciones laborales para seguir contribuyendo y creando valor para mi empresa?

Algunos seguirán con la actitud de que cada día es una experiencia nueva y les permite aprender algo más. Compartirán lo que les ha funcionado con sus compañeros de trabajo y también con su entorno personal. Eso creará un círculo virtuoso y esas personas serán reconocidas como agentes de cambio. Pero también existe el riesgo de cerrarnos, de seguir esperando que “todo pase para que vuelva la normalidad”. Quienes se ubiquen en este grupo, no sólo están en enorme riesgo de quedar obsoletos en el ámbito laboral, sino sobre todo en el campo social. 

En conclusión, todos hemos utilizado la misma máquina del tiempo, sin diferencia alguna. Dependerá de cada uno de nosotros, sacar los mejores aprendizajes de lo que hemos observado en ese futuro inmediato, para empezar a aplicarlos de la manera que mejor nos sirva.

AUTOR: Roberto Estrada Vallejo

0