Hay mucho que estamos perdiendo como país y región, si dejamos a las mujeres al margen del mundo empresarial; sobre todo, si les negamos la posibilidad de ocupar cargos de liderazgo. ¿Qué ganaríamos si empezáramos a cambiar este panorama? Descúbrelo en esta entrada.

¿Sabías que el 26% de las mujeres están en posiciones directivas en España, 46% en Finlandia y Francia, y solo el 15% en Ecuador? Además, en España, el 29% de mujeres son miembros de directorios de gobiernos corporativos, mientras que en Ecuador esto solo se da en una de cada diez mujeres.  En adopción de tecnología, también existe una brecha de género considerable: solo un 16% de las empresas ecuatorianas quieren incorporar a mujeres en cargos tecnológicos. 

Sí, en el dinámico mundo empresarial latinoamericano, resulta esencial reconocer y abordar un desafío persistente: la ausencia de mujeres en los roles de liderazgo y toma de decisiones. Diego Ignacio Montenegro, profesor de Estrategia e Innovación del IDE Business School, decidió dedicarle tiempo a analizar esta desalentadora realidad y convertirla en una charla de Continuidad que dejó a la audiencia con la sensación de que, aunque las cifras son negativas, es posible revertir la situación y empezar a obtener beneficios colectivos. 

¿En serio podríamos ganar todos si hubiera más mujeres en el entorno empresarial? Por supuesto que sí. Continuando con el punto anterior, cabe anotar que la situación económica de las naciones mencionadas es superior a la de nuestro país. ¿Coincidencia? Podría ser; o podría ser también que la presencia de mujeres en roles de liderazgo empresarial, de hecho, tuviera algo que ver con el éxito financiero de las empresas y los países, a corto, mediano y largo plazo. 

Por supuesto, tener una mujer como líder empresarial no garantiza que todo marche bien en una organización (ni en un país), pero sí se traduce que en una empresa inevitablemente surgirán iniciativas motivadas por una visión empresarial diferente y necesaria para romper con prácticas obsoletas en los saturados mercados mundiales.

«¿Qué pierde la sociedad y, por ende, las empresas, al bloquear consciente o inconscientemente el acceso a oportunidades para las mujeres?» Con esta frase de Jorge Cavanaro A., empezó Montenegro a preguntarse él también cuáles son las consecuencias de dejar a las mujeres fuera del mundo empresarial.  «No hay acción más poderosa para contrarrestar la exclusión de las mujeres que concienciar a las personas sobre el oscuro panorama para el mundo en caso de continuar mirando hacia otro lado, cuando se trata de las políticas económicas y empresariales que beneficien a la otra parte de la población, que son las mujeres» declaró. 

Lo que aportan las mujeres a las empresas 

Resulta evidente que Ecuador, según el análisis de Montenegro, sigue siendo una sociedad en la que prevalece una mentalidad masculina arraigada. En esta era de búsqueda de equidad, resulta sorprendente que las mujeres aún se vean relegadas a otros roles. Esta situación resulta cuestionable, ya que las capacidades y aptitudes necesarias para ocupar cargos de alta dirección no están limitadas por el género. De hecho, Montenegro argumenta que las mujeres pueden incluso poseer una inteligencia emocional más desarrollada, lo que las habilita para desempeñarse exitosamente en estos roles. Se trata de ir más allá de cumplir con cuotas y realmente reconocer el valor y el potencial que las mujeres aportan a los puestos de liderazgo empresarial.

¿Cuáles podrían ser algunos beneficios de incluir a más mujeres en el ruedo empresarial? 

—Generar beneficios financieros

—Perfeccionar la capacidad de las instituciones para innovar

—Perfeccionar la capacidad de adaptación al cambio 

Montenegro explica que, de tener más líderes empresariales mujeres, la economía crecería en un 34% en Latinoamérica: «De eso se trata la economía Doble X, que hace referencia al libro de Linda Scott, donde se habla del extraordinario potencial de contar con las mujeres. Se pierde mucho al no darles acceso plenamente a los negocios y créditos, sumadas a las taras culturales. Allí es cuando las Escuelas de Negocio debemos hacer una intervención y cumplir la función de visibilizar este problema». 

Como muestra de lo afirmado más arriba, Montenegro menciona una investigación realizada en países más desarrollados, en donde se tomaron 500 perfiles de mujeres y hombres con los mismos valores, virtudes y defectos, entre otros rasgos. Con ellos,  se generó una simulación de un puesto de trabajo. A los hombres les ofrecían puestos directivos con una remuneración de 200 mil dólares al año, mientras a las mujeres les ofrecían cargos medios por 80 mil dólares al año. 

Lo realmente sorprendente es que para llevar a cabo esta simulación se utilizó la herramienta de inteligencia artificial (IA) y hoy, este tipo de herramientas, además de facilitarnos la vida, también son un termómetro de las creencias, tendencias y sesgos que predominan en todas las sociedades del mundo. «Es increíble que en un mundo que avanza a una velocidad impredecible, con innovación disruptiva y tecnologías exponenciales, todavía se ignore el impacto económico de las mujeres» declaró Montenegro durante su charla. 

¿Cuánto falta para que se cierre la brecha de género? Montenegro asegura que, aunque parezca que no, es alentador ver que sí hay cambios que de alguna manera se están empezando a dar: «Cuando estaba en el IDE hace 20 años, como alumno, en un curso de 50 directivos, solo había una mujer. Hoy al menos representan un 35%. El acceso es más importante». Sin embargo, a veces también son las propias mujeres las que deciden quedarse al margen del desempeño empresarial. Pero no porque no quieran, sino porque han sido condicionadas para creer que no son capaces: «A veces sufren del síndrome del impostor, una causa importante de que no se sientan capaces. De hecho, en Estados Unidos el 57 por ciento de las mujeres que accedieron a cargos directivos tenían ese síndrome, es decir, que sentían que no se merecían ese cargo». 

El 90 por ciento de las mujeres en Estados Unidos, además, sintieron discriminación alguna vez por el simple hecho de ser mujeres. Latinoamérica sufre del mismo mal y eso se expresa de muchas maneras, incluyendo el poco acceso de las mujeres a algunas carreras: «Tecnología es uno de los sectores con mayores rezagos de las mujeres. En Ecuador, apenas 24% estudian ingenierías, es decir, una de cada cuatro; en donde estamos un poco mejor es en matemáticas, donde hay un 40 por ciento. Esto es importante porque son las carreras del presente y futuro, y si no se equipara, tendremos problemas» explica Montenegro. 

Para Montenegro, debemos dejar de creer que las mujeres solo están destinadas para cargos de habilidades blandas. «De hecho, cuando a las mujeres se les pregunta qué tipo de liderazgo les gusta, más del 85 por ciento asegura de un liderazgo consciente, es decir, con base en valores, competencias y maestría emocional; mientras solo 45% de los hombres respondió ese tipo. ¿Por qué la diferencia? Los hombres buscan más el resultado monetario; las mujeres van por lo integral». Esa integralidad convierte a las mujeres en potenciales protagonistas de la actualidad social, ni qué decir de la empresarial. El liderazgo femenino arroja cifras que demuestran que es un error seguir pensando que la mujer tiene roles preestablecidos. Esto solo se traduce en una pérdida de grandes oportunidades.

¿Qué nos espera en el futuro? La decisión está en nuestras manos. Descubramos juntos cómo impulsar el crecimiento sostenible y la excelencia empresarial que impulse el éxito y la prosperidad de nuestras organizaciones, a través de una mayor inclusión y equidad de género. «De alguna manera, los espacios se ven limitados cuando una mujer tiene hijos, y esa mentalidad cerrada de quienes toman las decisiones de contratar hace que se crea que no dedicarán tanto tiempo a su empleo. Las políticas públicas son fundamentales, con visibilización, capacitación, sin exageración, sino porque corresponde” concluye Montenegro. 

Autor:

Diego Ignacio Montenegro, Máster en Dirección de Empresas de la Universidad Rey Juan Carlos de España. Cursó el Top Management Program de Harvard University. Gerente General y Miembro del Consejo Superior de la Universidad de Los Hemisferios. Profesor de Estrategia e Innovación del IDE Business School.

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